martes, 15 de agosto de 2023

VÍCTOR MANUEL ESPONDA, ANTROPÓLOGO E HISTORIADOR DE CHIAPAS. NOTAS PARA SU BIOGRAFÍA ÍNTIMA (1953-2017)

Perfectamente lo recuerdo. Comenzaba yo en San Cristóbal de Las Casas a estudiar Sociología, cuando sin saber su nombre, sus afanes intelectuales o su ocupación profesional, tuve conocimiento del buen Víctor Manuel, en la pequeña sección de lecturas de Na Bolom, adjunta en ese tiempo a la biblioteca de la casona hoy célebre y distinguida.

Fue a lo largo de noviembre o enero de 1978 o 79 cuando lo conocí, cuando visité ininterrumpidamente el lugar durante más de un mes, debido a alguna tarea universitaria. Luego supe que se dedicaba por esos días, a lo largo de semanas alternas, al estudio y consulta de textos sobre las antiguas ciudades mayas de la Selva Lacandona. En particular expurgaba los reportes de los diversos trabajos emprendidos en la región, por el arqueólogo danés Franz Blom, bajo los auspicios de la Tulane University de Estados Unidos.

Na Bolom fue el jardín y hogar del arqueólogo y explorador, amante de los mayas, y de su esposa Gertrude Duby; casona muy pronto convertida en museo, biblioteca, archivo fotográfico, mapoteca y fonoteca especializada en Chiapas; en sus grupos étnicos y en particular sobre la Selva Lacandona y los mayas sucesores asentados ahí.

Dados esos intereses mutuos, Víctor se convierte en uno de los amigos jóvenes más frecuentados por Trudy y, en tal sentido, la biblioteca Na Bolom se torna durante la mayor parte de su vida, en un gran referente; tanto por la revisión de informes y materiales cartográficos, o sus consultas documentales y bibliográficas, como por reunirse ahí, con amigos, intelectuales, estudiosos y estudiantes universitarios.

Por tal razón, con la compañía del sombrero raído, la casaca de gamuza, el cuchillo de campo y la fotografía en sepia del arqueólogo Franz Blom, Víctor nos cuenta a dos estudiantes por esos días, algo de su biografía y efemérides, e incluso a mí en lo personal, una semana después me enseña a usar el tocadiscos de la biblioteca, y a dejar en su sitio los acetatos de treinta y tres revoluciones por minuto, que celosamente se guardaban en una especie de armario, justo en la sala principal que fungía como biblioteca.

© Portada del cuadernillo homónimo.

Durante esos años Víctor Manuel rondaba los veintiséis, pues había nacido ahí, en San Cristóbal, el dieciocho de noviembre de 1952 (Zebadúa, 2017 y Vallejo, 2017). Recién se había graduado como licenciado y maestro en etnología por la ENAH, la Escuela Nacional de Antropología e Historia y, probablemente aún no se había casado. No le recuerdo dando clases en la Escuela de Ciencias Sociales de la UNACH, pero sí con su morral de ixtle chamula en el mercado. Recuerdo su bigote incipiente, su melena larga y lacia, su chamarra de mezclilla y su portafolio de talabartería típica y horizontal, a diferencia de los verticales que hacían la moda de ese tiempo.

Terminé la carrera, siempre seguí interesado en la erudita lucidez intelectual de Víctor, regresé a Tuxtla Gutiérrez, y comencé a coleccionar y a leer sus textos.

Incluso algunas veces me lo encontré en la ciudad, siempre inconfundible por su voz varonil y su erudición; siempre relacionado con libros, investigación social y promoción de la cultura. Hasta que, ya entrados los años, luego del 2008 casualmente nos encontramos, nos reconocimos formalmente y entonces reinicia y empieza a tomar forma aquella franca amistad iniciada apenas. Nos vemos en alguna presentación de libros o en encuentros de trabajo más bien académicos, aunque, para hacer justicia a la verdad, un par de veces nos citamos en los templos del deleite y el vicio en Tuxtla Gutiérrez, y en alguna ocasión en La Oaxaqueña de San Cristóbal.

Lo demás es lo más reciente: que aparentemente, de modo inesperado un paro cardíaco sega su vida, muy de mañana, acostado y sólo, en su casa del barrio de María Auxiliadora, el jueves once de enero de 2017, fecha en la que paran todos sus trabajos en proceso. Se cancelan para siempre gran cantidad de proyectos en marcha, igual que los que anidaban en su mente y aparecían sólo, de vez en cuando, en las charlas con sus colegas, amigos y alumnos

Biografía y personalidad


Los padres de Víctor Manuel fueron Emilio Esponda Ramírez y Catalina Jimeno Martínez, quienes fundan su hogar en el barrio de La Merced en San Cristóbal. Espinosa Mandujano (2017: 12) lamenta no haber tenido oportunidad de decirle que había conocido a su padre, don Emilio, quien laboraba en la Oficina Federal de Hacienda, “frente a la casa de las señoritas Ruiz Morales, doña Josefa y doña Panchita […], pues era don Emilio un hombre pulcro; pertenecía al grupo que formaban don Ernesto Pinto, don Guillermo Molina y el señor Figueroa”. Ya Socorro Zebadúa (2017: 14) informa sobre sus primeros años, “quinto de nueve hermanos”, su gusto por la lectura, y sus andanzas por el campo coleto, pues

Desde niño fue aficionado a la lectura, en especial a los libros de aventuras, lo que tal vez le inspiró y llevó a incursionar en la vida silvestre de aquello que tenía más cerca, deseando conocer de modo directo, lugares, animales, frutas y flores. Si en ese tiempo hubiera existido el término, él y sus amigos habrían sido calificados como “senderistas”, una afición que en su vida adulta conservó de forma preponderante.    

Su biografía intelectual, sin embargo, cuando alguien emprenda su confección, seguramente será densa, a semejanza de su propia vida, pues, a partir de su graduación como etnólogo, se dedica en cuerpo y alma, durante los días, e incluso durante sus viajes y el sueño, a la lectura, a la escritura y a la academia antropológica. Fue un lector insaciable y poseía esa especie de erudición, propia de los intelectuales sinceros, de nacimiento o corazón. Aunque, habría que reconocer sus orígenes, sus parientes predecesores, su pequeña familia en la que destacan Emilio Esponda Ramírez y Catalina Jimeno Martínez, sus padres, igual que sus tres hijos amados: Homero, Eliza y Mauricio; la temporada de su niñez, su barrio de la Merced y su adolescencia, al igual que sus estudios básicos y de bachillerato en San Cristóbal.

Será interesante conocer su juventud, distracciones, ciertas licencias probablemente, amistades, amores y estudios universitarios. Su formación intelectual y sus asignaturas en posgrado, su ejercicio profesional como investigador, profesor, director de tesis e incluso como editor de textos. Su amor por la antropología y el método etnográfico; por las antigüedades, la historia y la identidad sociocultural de Chiapas. Los componentes de su formación y la orientación más bien variada y holística de sus reflexiones, intereses y preocupaciones académicas.

Pero también sus fases como padre, esposo, amigo, amante quizás, enamorado de la vida.

Su biografía intensa descubrirá su interés en la polémica, su afición por el ejercitamiento físico, sus pasatiempos, su pertenencia a organismos académicos, sus proyectos inconclusos y muy en especial, la singularidad y fuerza de su carácter. Pues fue, no cabe duda, un tipo sui géneris: encerrado y huidizo. En cierta medida hermético, ajeno a las redes sociales, por ejemplo (féisbuc, túiter o instagram), y algo parco en la palabra es cierto, aunque al mismo tiempo fue un ser desprendido, solidario, receptivo y participante.

En el campo, según cuentan sus alumnos —y esto es sólo una muestra—, Víctor se transforma en un tipo diferente: “saludaba a medio mundo. A la gente le hacía plática y preguntaba y platicaba sobre todo […]. No dejaba a nadie al último”.

Elemento fundamental de su personalidad, sin embargo, es su autodisciplina. Zaira Geraldine, una de sus discípulas, por ejemplo, expresa: “un gran maestro fue el doctor Esponda. Meticuloso y ordenado, disciplinado y metódico y sobretodo… muy sincero y… nada de andarse por entre las ramas. Derecho y muy solidario”. Y es por todo ello que despierta diariamente muy de mañana. Es constante e incluso obstinado, propio de quienes destinan su vida, su talento, su esfuerzo y empeño intelectual, a las labores propias de la investigación, la ciencia y el cultivo de la inteligencia.

Primeros años en San Cristóbal

Víctor Manuel Esponda Jimeno nace el dieciocho de noviembre de 1953, en San Cristóbal de Las Casas. De modo que es aún joven, recién ha cumplido sesenta y tres años y anda en los sesenta y cuatro, cuando su corazón deja de latir y en tal sentido acaba su actividad y certeza. Aunque más bien sólo esa parte física de la existencia, pues las demás, la anímica y subjetiva, la de su legado intelectual, producción académica y recuerdos; toda esa vida y herencia en verdad valiosa, sigue y seguirá imperdurable entre nosotros.

Y así, desde muy pequeño siente inclinación por el campo, lo recóndito y apartado. Reconoce los alrededores de su ciudad natal, los pueblos originarios de Los Altos, y no falta a cuanta excursión le invitan. Lee frugal y asiduamente lo que cae en sus manos; en su casa y en la escuela, e inicia su gusto por las crónicas de viaje y los relatos de los antiguos viajeros. Él mismo expresa que le fascinan sus lecturas sobre expediciones lejanas, hacia Oriente Medio, y “sobre las exploraciones en general hacia cualquier parte del mundo”, igual que se interesa en los viajes de Marco Polo.

Efectúa en San Cristóbal todos sus estudios, incluido el bachillerato, y es aquí que conoce y recibe clases del primer cronista de la ciudad, don Prudencio Moscoso Pastrana, una de sus amistades e influencias largas. “Yo me iba —cuenta—, me iba con los amigos, a los alrededores de San Cristóbal, [aunque ya] después ampliamos el espacio, visitando ruinas, sobre todo donde había agua, lagos, etcétera, [Chincultik, Palenque], pues todavía mi afición por la antropología [estaba por] definirse, pero sí desde ya, por la antropología de campo que… era implícito que me gustaba”.

En la ciudad de México y en la ENAH

Víctor emigra en 1970 a la ciudad de México para estudiar la Universidad, en donde su gusto por la lectura se decanta por los primeros cronistas mexicanos de la época de la Colonia, igual que por los viajeros americanistas del siglo XIX: Alejandro von Humbold, Desiré Charnay, Charles Brasseur de Bourbourg, Teobert Maler, Guillermo Dupaix, Carl Bartholomaeus Heller, Alfred P. Maudslay y John Lloyd Stephens, entre otros.

 En la ENAH, Escuela Nacional de Antropología e Historia, las asignaturas que especialmente llenan su espíritu son las de antropología teórica y lingüística, todas las etnografías e historias; siempre impartidas por los mejores maestros mexicanos del momento: Ángel Palerm, Gonzalo Aguirre Beltrán, Andrés Fábregas, varios que se nos escapan, aunque también Enrique Valencia, antropólogo colombiano, iniciador de la antropología urbana en México. Ellos son —él mismo lo afirma—, quienes modelan su formación, le enseñan la importancia de las disciplinas antropológicas y le inculcan estudiar idiomas. Debido a ello es que logra conversar en inglés y traducir esa lengua, hablar el francés, entender el italiano y el portugués, e incluso lee comprensivamente el alemán y el latín.

 Pero es durante sus estudios ahí, cuando afirma igualmente sus aptitudes por el trabajo intelectual, la lectura, la investigación biblio-hemerográfica y su admiración por la antropóloga cubana Calixta Guiteras Holmes (1905-1988), quien recién había concluido investigaciones en Chiapas. Se prende de su obra pionera Los peligros del alma. Visión del mundo de un tzotzil, lo que le lleva a seguir sus pasos y a emprender el estudio de la organización doméstica de los tzeltales. Termina sus estudios universitarios, se gradúa como maestro en etnología en 1976 e inmediatamente restablece su domicilio en San Cristóbal.


De vuelta a su ciudad de origen

 Alguna referencia temprana ubica a Víctor como catedrático, probablemente en el nivel del bachillerato, aunque luego funge como “investigador de campo” en algún órgano desconcentrado de la SEP radicado en Tuxtla. En 1979 colabora con COPLAMAR, la Coordinación del Plan Nacional de Zonas Deprimidas y Grupos Marginados, y en especial para el Programa CONASUPO-COPLAMAR de Abasto a Zonas Marginadas, en donde se encarga de redactar los perfiles etno-demográficos regionales y municipales, con base en los cuales al año siguiente inicia operaciones el Programa. Él mismo confiesa que en la propia oficina, tiempo después:

hacía etnografía integral, para saber cómo podía funcionar un programa [de cooperativismo]: registrar calendarios agrícolas, de fiestas, lo que la gente [hacía], la relación entre la sociedad y las instituciones gubernamentales. [Ello] para saber qué programas [podrían] ser viables, [pues] las fiestas son, evidentemente muy respetadas ahí, [de modo que] en ocasiones los trabajos se suspenden… Entonces, considerando esos factores, [debíamos] encontrar la viabilidad de [esos programas]; su aplicación [en el ámbito de] las políticas públicas. 

Continúa en el área social de la comisión técnica del Programa de Empleo Rural en la delegación de la Secretaría de la Reforma Agraria, aunque para entonces ya escribe textos, semblanzas étnicas, artículos e incluso procesa alguna entrevista. Materiales que se difunden en los diarios y revistas de circulación local. Señaladamente en el periódico Número Uno y en las publicaciones Boletín Informativo, El Disco Verde, Revista del Instituto Chiapaneco de Cultura y Revista de la UNACH.

Tiempo después el INAH, Instituto Nacional de Antropología e Historia, le contrata como consultor, y, en tal calidad aporta información valiosa para el Catálogo de los monumentos históricos y coloniales de Chiapas; un conjunto de siete volúmenes que finalmente son publicados con el apoyo del CONECULTA, aunque varios años después. Termina el proyecto y es entonces cuando su amigo, don Prudencio Moscoso, quien forma parte de la directiva del Museo Na Bolom —para entonces transformado en la Asociación Cultural Na Bolom—, le pide colaborar formalmente con la institución, de la cual se convierte en su “administrador”.

 Es verdad sin embargo que se le contrata para apoyar directamente las labores académicas y de divulgación que aún desarrolla activamente doña Gertrude Duby de Blom, desde finales de los años ochenta del siglo pasado, hasta su deceso en diciembre de 1993.

 Formaliza su labor investigacional

 Tras aquella experiencia, por un corto período colabora como investigador en el Centro de Estudios Indígenas, hoy IEI, Instituto de Estudios Indígenas de la UNACH, durante su fundación y primer período de funcionamiento. Muy pronto es incorporado por su profesor y amigo, el antropólogo Andrés Fábregas Puig, al proyecto del ICHC, Instituto Chiapaneco de Cultura, a donde llega como investigador, algo después de su fundación. ICHC, institución pionera, pues a partir de ella cobra vida el CESMECA, Centro de Estudios Superiores de México y Centro América, se fortalece la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, y es fundado el Consejo Estatal para la Cultura y las Artes.

 Víctor entonces está presente en los orígenes y en la promoción de tales instituciones, al igual que es co-fundador de la Asociación de Escritores y Poetas Chiapanecos, miembro del Consejo de la Crónica Sancristobalense, colega en la segunda época del Ateneo de Ciencias y Artes de Chiapas, socio del Cuerpo Académico Patrimonio Sociocultural; miembro seguramente de otras, diversas instituciones. Desde 1994 figura formalmente como parte de la planta de investigadores del CESMECA y es durante la década de los noventa que emprende sus estudios de posgrado.

Tras esos estudios formales se faculta como maestro en Ciencias Antropológicas por la Unidad Iztapalapa de la UAM, Universidad Autónoma Metropolitana. Hay en seguida algún escollo, pues, aunque concluye el plan de estudios del doctorado de la UAM, diferencias con su directora de tesis no le permiten graduarse. Emprende entonces el doctorado en antropología, en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, en donde finalmente e igual que en la maestría, obtiene la mención honorífica.

Al terminar esos estudios de posgrado se incorpora como profesor a los programas superiores que inaugura el CESMECA —maestría y doctorado en Ciencias Sociales y Humanidades— en los que toma parte. Tiempo después, desde 2010, colabora con algunas asignaturas en la Licenciatura en Antropología de la Facultad de Humanidades de la UNACH, en especial Teoría de la Cultura, y las que guardan relación con la metodología antropológica: Trabajo de Campo y Etnografía.

Esta es la razón por la que frecuenta con sus alumnos, el casco de la antigua hacienda La Valdiviana y sus alrededores, y en general las localidades de los municipios de Cintalapa y Jiquipilas. Es en la práctica, más que en el escritorio, donde Víctor enseña las artes y recovecos de la observación directa, el trabajo de campo y el ejercicio de la etnografía. Pero, además, ello es así debido a que en los remanentes de esta antigua hacienda y en las inmediaciones de Cintalapa, Víctor descubre el asiento genealógico y geográfico de sus orígenes.

Esponda Jimeno, el antropólogo

“Etnólogo de origen” se autonombra, aunque su calidad como antropólogo queda más que demostrada desde joven y aun siendo estudiante en la ENAH. Cuando, tal como narra el propio Fábregas Puig, profesor de Víctor: “diseñamos juntos el primer curso que se dicta en la Escuela Nacional de Antropología e Historia sobre sistemas de parentesco”. Cuestión que había sido excluida desde años atrás; tiempos en que bullían los cuestionamientos hacia la antropología funcionalista.

Basado en ello, Víctor emprende el estudio de la organización sociocultural de los maya-tzeltales, tema que asume como tesis de licenciatura. Reúne información de campo en los municipios de Cancuc, Oxchuc, Chanal, Tenejapa, Ocosingo, Bachajón, Amatenango, Aguacatenango y Villa las Rosas. Con base en ella logra elucidar la estructura de las relaciones e intercambios sociales de los pueblos tzeltales. El matrimonio y el compadrazgo, por ejemplo, uno de los temas clásicos de la antropología: el estudio de las relaciones de parentesco (en tanto que construcciones simbólicas densas, estructuradas y selectivas, que se modifican con el paso del tiempo, con el contacto de las culturas vecinas, y ante la permanente transformación de las identidades individuales y colectivas).

Pero es de tal envergadura la investigación que Víctor desarrolla, que, tras graduarse con sus resultados, la ENAH, luego de treinta años de no concederla, le otorga el Summa Cum Laude y recomienda la publicación de su trabajo, aunque él mismo decide posponer su publicación; perfeccionarlo. Razón por la que hasta 1994 ve la luz con el título La organización social de los tzeltales. Obra de 373 páginas, publicada por el Instituto Chiapaneco de Cultura, texto que muy pronto es varias veces reseñado, entre otros especialistas por Ana Bella Pérez Castro en la revista Anales de Antropología de la UNAM.

Recuerda él mismo al respecto, que, el trabajo “me dio muchas cosas [pues] fue recomendado para su publicación, y me dieron una [gran] distinción, pues tenía como treinta y tantos años que no se otorgaba en la escuela… se otorgan decenas, honoríficas, pero la Suma Cum Laude no se había otorgado desde hacía tiempo, por lo cual uno se enorgullece. [Lo que pasa] es que es un tema que había despertado pocas vocaciones, por su grado de dificultad… [Los estudios sobre el parentesco] necesitan paciencia, necesitan adiestramiento, y una técnica especial para el abordaje del campo”.

Etnólogo, pero sobre todo editor

Su labor como etnólogo fue destacada, dada la gran cantidad de artículos y ensayos que formula sobre las diversas etnias de Chiapas. Entre ellos descuella su compilación sobre La Población Indígena de Chiapas publicada en 1993 y De la estancia de ganado mayor al ejido cardenista. Procesos históricos de producción y reproducción sociales de 2011, al igual que es notoria su cercanía a Calixta Guiteras Holmes, pionera de tales estudios.

Su devoción hacia ella le lleva a establecer correspondencia, e incluso a convertirse en su albacea: a custodiar sus textos inéditos y a cumplir su voluntad respecto de la publicación de dichos materiales, lo que le lleva a publicar los libros Cancuc. Etnografía de un pueblo tzeltal de los Altos de Chiapas en 1992, y Presencia de Calixta Guiteras Holmes en Chiapas en 1994. Labor que se prolonga en los trabajos de selección, traducción y edición que se observa en los casos del volumen México indígena. Ensayos antropológicos de Calixta Guiteras Holmes publicado en 2010, en Diario de San Pablo Chalchihuitán de 2003, en el Diario de Chanal 1959, publicado en 2011 y en As time goes by in Mesbilja’. Etnographic fragments of a tzeltal speaking community, compilado por Víctor, Sofía Pincemin Deliberos y otros colaborantes.

 Su intensa labor como editor se observa así mismo, desde 1990, cuando parcialmente traduce y en general edita los dos primeros libros del arqueólogo Franz Blom En el lugar de los grandes bosques. Epistolario 1919-1922 y Diarios de dos expediciones, al igual que en el volumen Homenaje al profesor Prudencio Moscoso Pastrana (1913-1991), publicado por el CIHMECH en 1994. Compila, edita y en algunos casos traduce del inglés, libros y textos dispersos del arqueólogo Gareth W. Lowe, entre ellos: Mesoamérica olmeca: diez preguntas y Los olmecas de San Isidro en Malpaso, Chiapas, ambos impresos en 1998 y Los zoques antiguos de San Isidro publicado en 1999.

Coordina o colabora en la edición de varios libros colectivos, y es así mismo, miembro del consejo editorial del CIHMECH, y desde su fundación, colaborador, miembro del consejo editorial y editor del Anuario del CESMECA, miembro de la dirección colectiva de la Revista del Ateneo y seguramente, miembro de los consejos editoriales de otras publicaciones especializadas o de divulgación.

Historiador, biógrafo y erudito

Víctor aporta, asimismo, libros, capítulos de libros, artículos, ensayos y gran variedad de documentos a la historiografía de Chiapas, e igual al ámbito periférico, con base en sus arduas tareas de investigación historiográfica y documental sobre la región. Todo ello desde los archivos AGN Archivo General de la Nación, AGCA Archivo General de Centro América, AHD Archivo Histórico Diocesano, AHE Archivo Histórico del Estado, e incluso en archivos municipales, como los de Yajalón, Ocosingo y Comitán.

Concreción de todo ello es la publicación de varios artículos en los primeros anuarios del Instituto Chiapaneco de Cultura, junto con sus colegas Andrés Fábregas Puig y Jesús Morales Bermúdez, y la reedición de textos sobre Chiapas, revisados y prologados por ellos, publicados por el CEFIDIC Consejo Estatal de Fomento a la Investigación y Difusión de la Cultura y por el ICHC. Entre otros la Historia de Chiapas del gran Manuel B. Trens, Música Vernácula de Chiapas, editado con Thomas A. Lee Whiting, San Cristóbal de Las Casas: en el 477 aniversario de su fundación, o Entremés histórico del siglo XIX. Documentos inéditos del Archivo Histórico Municipal de San Cristóbal de Las Casas, en coordinación con Enedina Domínguez Díaz.

Pero la producción académica al igual que la hiperactividad de Esponda Jimeno da para mucho más. Es casi inagotable dada su diversidad y múltiples canales. Entre líneas, por ejemplo, se observa su interés por las civilizaciones de la región, en especial por los mayas y zoques, razón por la que en varias ocasiones es invitado a las mesas redondas y congresos internacionales que sobre el particular se efectúan en México y en el extranjero.

Participa con disertaciones, charlas y conferencias en España, Francia, Brasil y Canadá, además de las que ofrece en México. Posee incluso visa para ingresar a Estados Unidos. Se interesa en el estudio de la biografía de ciertos personajes, y por las ramificaciones típicas de la genealogía, subdisciplinas ambas, coadyuvantes precisamente de la historia. Se interesa adicionalmente en la geografía de Chiapas, en su toponimia, en el carácter de sus varias regiones, etcétera.

 En cuanto a biografía, por ejemplo, ensaya la semblanza del explorador francés Jacques Soustelle en su artículo Jacques Emile Soustelle. Americanista, político, mayólogo, nahuatlato y explorador de las tierras lacandonas, publicado en 1993 en la revista del CIHMECH; la del prócer liberal de Chiapas, en el libro Ángel Albino Corzo Castillejos. Batalla liberal en tiempo de caudillos, publicado el año 2000, al igual que en los libros que festejan la trayectoria académica de los antropólogos mexicanos Alfonso Villa Rojas y Ricardo Pozas Arciniega, o en el dedicado a su amigo Thomas A. Lee: Conversaciones con Thomas Arvol Lee Whiting, impreso en 2009.

Producción, profusión y diversidad

En síntesis, y aunque alguna nota reciente señala que Víctor Esponda publica en vida “más de doscientos trabajos y contribuciones entre artículos, ensayos, capítulos de libros, prólogos, traducciones y libros completos”, nos consta que escribe también presentaciones, introducciones, reseñas de libros, e incluso… textos suyos familiarizan a los visitantes del MUSAC, Museo de San Cristóbal, en la parte inicial de su recorrido.

Es más, en la última ocasión en que nos vimos alrededor de “una mesa de setenta por setenta”, para “componer y descomponer el mundo”, él expresa que creía tener en su haber entre 250 y 300 materiales publicados; varios incorporados en los anuarios del CESMECA y en otras publicaciones de la misma institución, y del CIHMECH, lo mismo que en la revista Arqueología del INAH, otras revistas de la UNACH y UNICACH, Mesoamérica del CIRMA en Guatemala, y en publicaciones de las universidades Veracruzana, de Puebla, UAM y UNAM.

Sumariamente y vamos concluyendo, Víctor es un tipo infatigable para el trabajo, igual que dilatado el panorama de sus ocupaciones académicas e incluso didácticas, pues, del mismo modo como divulga un texto sobre los inmigrantes japoneses en 1995 que intitula De Oriente al Soconusco. Los inmigrantes japoneses en tierras chiapanecas, publica otro, inverosímil, en 2008 sobre El tiempo histórico y el actual reloj público de la ciudad de San Cristóbal. Reflexiona y escribe sobre las diversas cuestiones del ámbito de las Ciencias Sociales. Realiza talla sobre madera por demás excelente y en ocasiones dibuja. Colecciona figuras de cerámica y barro, es hábil curador de antigüedades, tiene por mascotas a dos gatos y a un perro, y… durante algún tiempo se distrae con pájaros. En el patio de su casa hay árboles frutales y de ornato, plantas, flores, y en el estanque zanganean carpas y mojarras negras.

Pasatiempos y trabajos inconclusos

De joven, Víctor hace futbol y practica las artes del atletismo. Todas las mañanas sale a caminar, a trotar e incluso a correr sobre el libramiento de San Cristóbal, o en el lugar en que se encuentre. No fuma, bebe muy poco desde la perspectiva de sus amigos, casi no hay diversión en su horizonte cercano, y todo ello se acompasa con su constitución física: es bajo de estatura, “fuerte y fornido”, como solemos decir en Chiapas y, aparentemente se observa lleno de salud, aunque... Dadas las circunstancias de su vida íntima, familiar, todos sus alimentos los hace fuera de casa. Ello no obstante que en ocasiones se detiene en la cocina, a la hechura de los aderezos de la tierra.  

Pero ya, en el tintero, aunque más bien en el abrevadero de su inquietud intelectual y de su encomiable adhesión al trabajo, quedan inconclusas, entre otras varias investigaciones, su interés por la contemporaneidad e historia de “los mulatos del Valle de las Xiquipilas”, como él mismo expresaba. Una indagación en curso sobre “los documentos históricos de Chiapas en el Archivo General de Centroamérica”, y un sueño que alguna vez confía a sus amigos: indagar todo lo habido y por haber sobre el apellido Esponda y su familia desde el siglo XVI; reunir documentos y materiales antiguos, y con todo ello formar un banco de información sobre tales orígenes, “incluyendo la historia de las familias más representativas de Chiapas”.

Proyecto también truncado, es el que alguna vez comentamos, podríamos construir juntos, dado su interés en el tema, iniciado con un texto sobre el significado tzeltal de los nombres geográficos del municipio de Cancuc. Nuestra afinidad análoga por la toponimia, permitiría quizás, revisar los textos de los dos grandes filólogos abocados a Chiapas: el tabasqueño Marcos E. Becerra y el artista e intelectual frailescano César Corzo Espinosa. Con base en ello e investigación adicional, construiríamos la toponimia general de Chiapas, obra que tantísima falta hace dentro de la bibliografía chiapaneca.

Despedida final y conclusión

 Finalmente, amigos, durante el mes de octubre de 2016 veo por última vez con vida a Víctor Manuel, rodeado de libros y papeles sobre el escritorio de su casa, un par de ordenadores y varios anaqueles rebosantes. Es ahí que me confía entre líneas como siempre —nunca de modo explícito— que toma medicinas para la hipertensión, que tiene algún problema con el colesterol y con los triglicéridos. Que viajaría a la ciudad de México para atender una cita médica. Era en esa ocasión casi de noche, las ramas de los árboles se agitaban, y la luna llena se imponía sobre la tarde... henchida, nívea y majestuosa, como todas las lunas de octubre; igual que la de la noche de su deceso, la del doce de enero del diecisiete.

Y ese día, por fin logré desafanarme del trabajo, los pendientes y la familia, para ir a darle mi último adiós al buen Víctor Manuel. De Tuxtla me fui de tarde y a San Cristóbal llegué de noche, aunque justo antes de entrar a la ciudad, sobre la carretera, entre los tejados de San Felipe y la montaña: clara y firme vi la luna crecida, como saludando al viajero. Dándole la bienvenida por entre nubes cuajadas, resplandores blancos, amarillos y ocres.

Pero ya concluyo al fin, amigos, para despedirnos del antropólogo, etnólogo, historiador y ensayista Víctor Manuel Esponda Jimeno, con las palabras expresadas por don Andrés Fábregas Puig su amigo entrañable, en el texto que escribe a propósito de su partida:

Víctor explora en los caminos de la antropología, para descubrir la trayectoria de una disciplina que tanta presencia ha tenido […] en Chiapas. Es un excelente historiador de la antropología, con el mérito de llamar la atención hacia los esfuerzos de los propios intelectuales chiapanecos, [para] conocerse a sí mismos [mediante la revelación de] los hilos estructurales de su propia sociedad […]. Y no exagero si escribo que Víctor Esponda fue un erudito de la antropología. [Fue] uno de los antropólogos chiapanecos que mejor conoció la disciplina, sin perder el entusiasmo de los primeros días. Fue toda su vida un antropólogo.

Para despedirnos con el agradecimiento que hacemos sus lectores y amigos, ante el homenaje que en su memoria efectuaron seis meses después de su deceso, en el ex convento de Santo Domingo, la historiadora Eréndira Domínguez Díaz, el historiador Octavio Gordillo y Ortiz, el licenciado Leobardo Cansino Bermúdez, la doctora María Martínez Maldonado, el antropólogo Raúl Durón León, la maestra Elvira Esponda Jimeno y la maestra Zaira Geraldine Coutiño Bach.

Para despedirnos del buen Víctor Manuel, con una ilusión y tres sugerencias: que alguien emprenda la tarea de redactar su biografía personal, las indagaciones exhaustivas para nutrirla, y como parte de ello, hilvanar la relación completa de su biblio-hemerografía extensa, y en general de su vasta producción editorial. 1. Que aún a pesar de su deceso, o más aún, precisamente por ello, se le conceda post mortem el Premio Chiapas, para honrar su vida y estimular su memoria. 2. Que su nombre se imponga a alguna de las instituciones fortalecidas con su trabajo intelectual y 3. Que el gobierno de Chiapas forme, a fin de honrar su nombre, una beca substancial para fomentar los estudios que él mismo emprende.  

Fuentes consultadas

Bermúdez Urbina, Flor y Martín de la Cruz (2017). “Víctor Manuel Esponda Jimeno. Legado antropológico, arqueológico y etnohistórico” en Roberto Rico Chong (present.), Discursos históricos, literarios y culturales desde el sur de México y Centroamérica. Tuxtla Gutiérrez, CESMECA de UNICACH. pp. 267-278.

Espinosa Mandujano, Javier (2017). “In memoriam” en Revista del Ateneo de Ciencias y Artes de Chiapas. Segunda época, número 17. Enero-junio 2017. pp. 7-12.

Esponda, Víctor Manuel (2016). Entrevista efectuada por Sonia E. Olivares [Retrato a voz]. Tuxtla Gutiérrez, Radio Universidad 102.5 fm, 14:28 min., disponible en https://soundcloud. com/sonia-e-olivares/retrato-a-voz-victor-manuel-esponda-jimeno-1952-2017 [consultado el 15 de octubre de 2017].

Fábregas Puig, Andrés (2017). “Víctor Manuel Esponda Jimeno, antropólogo chiapaneco” en Paralelo Chiapas [en línea], disponible en: https://www.chiapasparalelo.com/author/ puig/page/13/ [consultado el 17 de octubre de 2017].

Morales Bermúdez, Jesús (2017). “Palabras para Víctor Manuel Esponda Jimeno” en Roberto Rico Chong (present.), Discursos históricos, literarios y culturales desde el sur de México y Centroamérica. Tuxtla Gutiérrez, CESMECA de UNICACH. pp. 256-259.

Reyes Gómez, Laureano (2017). “Víctor Manuel Esponda Jimeno. In memoriam” en Roberto Rico Chong (present.), Discursos históricos, literarios y culturales desde el sur de México y Centroamérica. Tuxtla Gutiérrez, CESMECA de UNICACH. pp. 260-263.

Ruz, Jan (2017). “Víctor Esponda y la herencia antropológica de Chiapas” en Roberto Rico Chong (present.), Discursos históricos, literarios y culturales desde el sur de México y Centroamérica. Tuxtla Gutiérrez, CESMECA de UNICACH. pp. 264-266.

Vallejo Reyna, Alberto (2017). “Víctor Manuel Esponda Jimeno (1952-2017). Compañero, colega, amigo… etnólogo” en Roberto Rico Chong (present.), Discursos históricos, literarios y culturales desde el sur de México y Centroamérica. Tuxtla Gutiérrez, CESMECA de UNICACH. pp. 279-280.

Zebadúa Celorio, Socorro (2017). “Víctor Manuel Esponda Jimeno, el ciudadano” en Revista del Ateneo de Ciencias y Artes de Chiapas. Segunda época, Núm. 17. Enero-junio, 2017. pp. 13-20.

Addendum. Transcripción entrevista radiofónica

[Víctor Manuel Esponda (octubre 15, 2016). Entrevista efectuada por Sonia E. Olivares [Retrato a voz]. Tuxtla Gutiérrez: Radio Universidad 102.5 fm. 14:28 min. Disponible en https://soundcloud. com/sonia-e-olivares/retrato-a-voz-victor-manuel-esponda-jimeno-1952-2017 (15/10/2017)].

VME. Soy Víctor Manuel Esponda Jimeno, antropólogo chiapaneco, soy eeeh… antropólogo, etnólogo, graduado con Summa Cum Laude. Soy docente e investigador de tiempo completo, del Centro de Estudios Superiores de México y Centroamérica, de la UNICACH.

SEO. Donde el frío gusta de recorrer las calles, en una ciudad [a mitad del extenso] valle, nace [el] dieciocho de noviembre de 1952, en la ciudad de San Cristóbal de Las Casas, el antropólogo, etnólogo y escritor Víctor Manuel Esponda Jimeno. Víctor, quien era un niño que disfrutaba mucho de la lectura, de libros sobre viajes, y relatos de [los] historiadores de la época de la Colonia.

VME. Desde pequeño me gustaba mucho incursionar en los campos. Me fascinaban las expediciones, exploraciones y… tuve el buen hábito de leer muchos libros de viajes, relatos de viajeros, exploraciones, etcétera, etcétera… Bueno, particularmente empecé con eeeh… con los viajes dee… por Medio Oriente, y en particular me centré [en] los cristianos, [en] los americanistas, como: John Loyd Stephens, Desiré Charnay, Malher, etcétera. Una serie de viajeros decimonónicos, y las crónicas también… de los primeros historiadores eeeh… de la época de la Colonia.

SEO. Durante su adolescencia recibió clases del primer cronista de la ciudad de San Cristóbal de las Casas, [don] Prudencio Moscoso Pastrana. En esa época, en compañía de amigos, gusta de realizar expediciones [hacia] el interior del Estado. Hechos que le permitieron descubrir costumbres, vestuarios y comidas de diferentes grupos étnicos, los cuales marcaron un referente en su formación como etnólogo.

VME. Yo me iba con los… con los amigos a los alrededores de San Cristóbal. Después ampliamos el espacio, visitandoo… ruinas, eeeh… sobre todo donde había agua, lagos, etcétera, [Chinkultic, Palenque], puees… todavía mii… afición por la antropología [estaba por] definirse, pero sii… desde ya, por laa… antropología de campo que… era implícito que me gustaba.

SEO. Posteriormente se traslada a la ciudad de México, para continuar sus estudios en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, donde recibe instrucciones especializadas, en antropología lingüística, etnografía e historia de [parte de] destacados y reconocidos antropólogos [mexicanos] como: Ángel Palerm, Gonzalo Aguirre Beltrán y Henry Valencia, quienes modelaron su formación, y le enseñaron la importancia de las disciplinas [antropológicas], y le inculcaron a estudiar idiomas. Actualmente habla el inglés, [el] francés, [el] italiano, [el] portugués y lee el alemán. Víctor Manuel Esponda Jimeno afirma que la inspiración que tuvo para estudiar antropología, vino de la antropóloga [cubana] Calixta Guiteras Holmes.

VME. Propiamente quee… algo que me inspiró mucho para ser antropólogo fue la obra de Calixta Guiteras Holmes, a quien tuve el privilegio de conocer y tratar… Una antropóloga cubana, muy famosa que hizo un libro que se llama Los peligros del alma. Visión del mundo de un Tzotzil eeh… yo la traté… me carteaba con ella y… me confió la honrosa empresa… la [gran]   responsabilidad de ser su albacea eeh… [ razón por la que] he publicado hasta el momento como tres libros que tenía inéditos.

Entonces… ese libro fue muy importante para mí. Eeh… de alguna manera seguí sus pasos… Una mujer eeh… iniciada en este oficio de la antropología… ¿Se puede usted imaginar? ¿Estar en los años cuarenta [del siglo pasado], en los poblados indígenas?, ¿sola?, ¿trasladándose a lomo de mula, o a pie, sin mayor comunicación, ni contactos? Pues [sí que fue] una empresa valiosísima. De ahí [se deriva] porqué yo rescaté su obra, considerando que es pionera de los estudios antropológicos en México. Estudios de campo, directos, en Chiapas, particularmente en la zona de Los Altos [región en donde] hizo su trabajo pionero, clásico… que ha sido laureado, muy aplaudido y muy citado hasta la fecha.

SEO. Siguiendo los pasos de Calixta Guiteras, decide realizar su tesis con [una] investigación denominada La organización de los tzeltales. Un trabajo que realizó sobre el parentesco de diez grupos étnicos tzeltales, en el que compara su nomenclatura y estructuras en términos de experiencia social; las bases para los arreglos matrimoniales. Dicha investigación le hace merecedor de la distinción Summa Cum Laude.

VME. Buenoo… ese trabajo me dio muchas cosas [pues] fue recomendado para su publicación, y me dieron una [gran] distinción eeeh, pues tenía como treinta y tantos años que no se otorgaba en la escuela… se otorgan decenas, honoríficas, pero la Suma Cum Laude no se había otorgado desde mucho tiempo atrás, por lo cual uno se enorgullece. [Lo que pasa] es que es un tema que había despertado pocas vocaciones, por su grado de dificultad… [Los estudios sobre el parentesco] necesitan paciencia, necesitan adiestramiento, y una técnica especial para el abordaje del campo.

SEO. Llega el año de 1983 y le piden colaborar en COPLAMAR, en donde se desempeñó como encargado del área social e incluso legal del cooperativismo, lo que le permitió desarrollar la etnografía integral.

VME. Exactamente. Era el encargado del área social y legal para el cooperativismo, tratando de enseñar a la gente, cómo se manejaban esas cooperativas de participación estatal. Pero ahí hacía etnografía integral para saber cómo podía funcionar un programa [de cooperativismo]… registrar calendarios agrícolas, de fiestas, lo que la gente [hacía], la relación entre la sociedad y las instituciones [gubernamentales. Ello] para saber qué programas [podrían] ser viables, [pues] las fiestas son, evidentemente… son muy respetadas ahí, [de modo que] en ocasiones los trabajos se suspenden... Entonces… considerando esos factores, [debíamos] encontrar la viabilidad de [esos programas]; su aplicación [en el ámbito de] las políticas públicas. 

SEO. Posteriormente el Instituto de Antropología e Historia le pide realizar un catálogo de monumentos históricos y coloniales de Chiapas, lo que dio como resultado un convenio [para la elaboración] de siete volúmenes; un trabajo que se publicó hasta el año del 2010, con el apoyo de CONECULTA. Al terminar este proyecto [don] Prudencio Moscoso le pide colaborar con el Museo Na Bolom en la ciudad de San Cristóbal de Las Casas, en donde apoyaba a Gertrude Duby de Blom, [en la] elaboración de artículos que publicaba en periódicos locales y nacionales, y realizó la traducción del primer libro de Franz Blom, el cual estaba escrito en danés.

VME. Desde luego… son las cartas y un diario que [Franz] mandó a su madre, pero su madre lo convirtió en un libro. Hizo un material escrito en danés… No crea usted que sé danés eeeh… lo que [hice fue avanzar] con el concurso de una chica, [quien] hizo una traducción del inglés, y yo del inglés lo traduje al castellano. Y una parte faltante le encargué a una chica que hiciera la traducción directa, del danés al castellano. Yo realicé y corregí, conociendo el estilo de Franz y sus modalidades y… puees… sí me cambió ese mérito de él, al publicar esta primera obra de [Franz Blom], en donde se registran los primeros años mexicanos de un hombre muy notable, amante de Chiapas, mayólogo por excelencia.

SEO. Ingresa al Instituto Chiapaneco de Cultura, antecedente inmediato del Centro de Estudios Superiores de México y Centro América, de la Universidad de Artes de Chiapas, en donde desarrolla diferentes trabajos de investigación, sobre la etnia zoque, con sus colegas Jesús Morales Bermúdez y Andrés Fábregas Puig, que se vieron reflejados en el primer Anuario del Instituto. 

VME. Bueno, ahí fue donde publicamos eeeh… la obra de Franz Blom. Fue el primer libro con que debutamos ahí, y eso era una gran labor editorial, porque estaba iniciando la gubernatura de un Patrocinio [González] quien crea el… es fundado el Consejo Estatal de Fomento a la Investigación y Difusión de la Cultura (CEFIDIC). Eeeh… el finado Cuauhtémoc López Sánchez, [fue] una persona muy entusiasta, muy capaz… Es quien impulsa […] la labor de investigación aquí en Chiapas eeh… se hizo una colección de publicaciones muy amplia que ahí realizamos varios.

La labor editorial fue muy extensa, fructífera. Lanzamos el primer Anuario del Instituto Chiapaneco de Cultura, que a la fecha es el Anuario del CESMECA, que ya llevamos veintitantos años y me da orgullo ser… que es la única publicación que ha mantenido su continuidad, su permanencia a través de tantos años, sin interrumpirse, con algunos retrasos en sus salidas, por cuestiones financieras, [retraso en la] entrega de [los] materiales, pero… ahí la llevamos.

Me cabe también la honra de ser el director de esa revista, de esta obra, de este Anuario, que conjunta una serie de… de materiales exquisitos, por la gente que escribe, que ha sido de muchos, de [diversos] lugares; un referente para quien quiere entender las humanidades, la antropología, la literatura aquí en Chiapas.

SEO. Víctor Manuel Esponda Jimeno actualmente se desempeña como docente e investigador del CESMECA. Ha publicado más de 200 artículos, y es autor de los libros: Antropología Mesoamericana, homenaje a Alfonso Villa Rojas; Ángel Albino Corzo Castillejos, la batalla liberal en tiempos de caudillos; De la estancia de ganado mayor al ejido cardenista y… siendo los más importantes para él: La organización social de los tzeltales, y Los procesos históricos de producción y reproducción. Víctor Manuel Esponda Jimeno afirma que se debe tener pasión para dedicarse a la antropología [y a Chiapas.

VME. Se debe tener sensibilidad y gusto, [pues] es una vocación en el sentido estricto de la palabra. Porque lejos de redituar… no es algo como las profesiones que dejan dinero. Esta profesión no es [para eso, aunque] deja grandes satisfacciones.

SEO. Otra de sus pasiones, es la genealogía. Ha estudiado el origen del apellido Figueroa [entre otros], pero ha hecho una investigación especial sobre su familia, la de los Esponda, [en donde, en Chiapas] se registran las primeras personas en el año de 1502. Sueña con establecer un banco [de información] sobre estos orígenes; sobre la historia de las familias más representativas de Chiapas.

VME. Tengo una memoria particular de mi familia, que arranca desde 1500 más o menos, 1502 hasta la fecha eeh… que es exactamente un memorial de la familia Esponda, pero eso sería una cosa particular [íntima], para que mis hijos sepan sus antecedentes. [Sería] algo de carácter propiamente privado. Pero dentro de los parientes ha habido personas que han eeeh… prestado sus esfuerzos [para el engrandecimiento de Chiapas.

Le mencionaré por ejemplo a don Juan María Esponda eeh… Muñoz, político y gobernador interino, que hizo el Nuevo manual del ganadero mexicano; don Sóstenes Esponda, educador notable de Chiapas y Guatemala, don Sebastián Esponda y Olaechea, primer diputado [de las Chiapa] nombrado a las Cortes. Que no logró concretar su empresa eeh… durante la Colonia, para irse a Cádiz eeh… Rafael Esponda Vila, excelente dentista, catedrático e investigador, y… otras gentes que bueno ¿no? Todo eso sería apología de la familia y… claro que no es algo correcto, [aunque] se trata… para que quede un recuerdo imperecedero de quiénes fuimos [de la familia] y quiénes estamos.

SEO. Realizó sus estudios de maestría y doctorado en la Universidad Autónoma Metropolitana y… desea seguir dedicando su tiempo a la formación de estudiantes desde [el nivel de] licenciatura, para [convidarles] las herramientas metodológicas y sepan aplicarlas a los conocimientos.

VME. Y creo que es muy importante rescatar nuestros fundamentos, el sentido telúrico que tenemos [los chiapanecos], pues en el campo está verdaderamente una de las expectativas mayores del desarrollo y [fortaleza de] los pueblos, para que este país progrese… ¡Claro! desde mi particular perspectiva.

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