viernes, 31 de mayo de 2024

PRONTUARIO GUACALERO

Con base en apuntes de la gran Mabe Mendoza. Pues vas a ver. Comenzás a ser tapachulteco cuando en el almuerzo del domingo pedís tamales de chipilín, platanitos fritos, chilaquiles y huevos con carne. Tomás café Dolca o Decaf cuando tenés en frente las matas de café, y en Semana Santa vas invariablemente a Playa Linda, a Las Escolleras o a la Barra de Cahoacán. Seguido comparás Tapachula con la Tuxtla de los conejos, y terminás diciendo que Tapachula es mucho mejor y más grande.

En vez de ir de shopping a Laredo o a Mc Allen en Texas, vas a Malacatán o Coatepeque en Guatemala. Y no necesitás visa ni pasaporte, pues con toda seguridad un conocido de la familia trabaja con los de Migración. Un día antes del viaje, corrés por café, quesos y chocolate, pa’regalar, y en lugar de ir a Disneyworld vas a Xectulul o a Xocomil.

Cuando vas por el mandado —entiéndese por “mandado” ir al súper—, sentís la necesidad de decir que vas a Chedraui, a Rialfer, a Piticó o a Aurrerá, porque si decís “voy al súper” o “voy al supermercado” ¡Ah cabrón! ¡Entonces no te hagás el buey! que vas al Mercado San Juan 

© Parque, museo y San Agustín. c1988.

Cuando vas a visitar a tus parientes, antes que nada, tenés que decir que... “voy con una mi tía”, “con un mi primo” o “con una mi comadre”. Sos de las únicas personas que en México conocen a “Venga con Chalo Venga” y otros insustituibles programas de la televisión guatemalteca. Vos sos tapachulteco y todos los demás son mucos, es decir, los de Tuxtla Chico, Cacahoatán, Metapa, Frontera, Suchiate y Unión Juárez.

No tenés ante tus ojos el Popocatépetl, el Pico de Orizaba o el Cerro de la Silla —como la gente de ciudad de México, Puebla y Monterrey— pero estás a la altura de ellos: tenés al flamante Tacaná mero en la línea de la frontera, lo mismo que el ron del mismo nombre del millonetas Pineda, político incomprendido y otras yerbas.

¡Ah! Pero sos un cabrón. Sos el único que entiende palabras como ishto, sompopo, pijiji, muco, pita, shuco y shute. Conocés extrañas frutas como el papáuse rosa, blanco y colorado (ojo: no papáusa ni papaúsa como dicen en Tuxtla y Villaflor), el rambután, la carambola, la paterna y el caimito. La anona o las verduras como el queshcamote, el gusnay, el macús y la pacaya, son de tu predilección y, naturalmente, en el patio de tu casa nunca faltan matas de jaguayana, originarias del Soconusco, ¡Sí señor!… aunque nadie te crea.

Cuando saludás a alguien, éste seguramente conoce a otro pariente tuyo, y éste a otro y a otro y hasta llegan a conocer el árbol genealógico de tu familia. Tenés tías sin necesidad de ser pariente de nadie. Sos de los pocos en México que conoce la cerveza Gallo y las galletas Can Can. ¡Ah!... y mascás (que no masticás) chicles de cardamomo. Sabés de qué lado masca la iguana y usas Malher en vez de cualquier otro consomé, incluidos los cubitos Maggi. Le decís “aeropuerto internacional” al pinche campo de Tapachula y hasta lo presumís… aunque el vuelo de Tapachula a Guatemala sea un sueño desde que eras chaval.

Sabés lo que es comer buena comida china (pues todos los chinos del rumbo están concentrados aquí), aunque de repente vas por lo mismo “hasta” el Fau Long de la cercana Huixtla. Sabés —claro está— cuándo comienza a salir la misma foto una y otra vez en el periódico: en El Orbe, el Diario del Sur, Noticias de Chiapas o Zona Libre, y cuando te invitan a desayunar... por inercia casi, decís: “ahí nos vemos en Los Jarrones” o en El Veranda... para variar.

Si te dicen vamos a la plaza, entendés sin chistar que se trata de Plaza Cristal, nuncamente la plaza cívica ni el parque Miguel Hidalgo. Sos el único en conocer celebridades como la Marimba Orquesta Perla de Chiapas, sabés que la catedral no está junto a la plaza central, aunque los forasteros la vean en frente y esto sea ley en todas las ciudades de México. En todas, claro, menos en Tapachula. Es más: el santo patrono de la ciudad es San Agustín, sin embargo, todo el mundo le hace fiesta al Señor de Esquipulas, el cristo negro de Guatemala.

Sabés perfectamente que hay una hora en que el dial de la radio se satura: cuando no podés escuchar otra cosa que no sea marimba, aunque tu receptor capte trece estaciones (todas iguales). Y sabés que sólo cuatro son de Tapachula; el resto son de Guatemala y las demás de Guatepeor. En el palenque de la feria, queremos decir: de las instalaciones de la feria ―¡Válgame Dios!― te sentís extranjero. Sí. Aunque estés viendo a Chente Fernández o a Lucha Villa. La mayoría de los espectadores son guatemaltecos y centroamericanos.

Y otra cosa: reconocés a leguas el buen olor del pan dulce y el chocolate de La Candelaria, o de Las Vegas al estilo de Tuxtla Chico.

Cuando baja el termómetro a temperaturas y heladas insólitas de veinticuatro a veinticinco grados… sacás, a no dudar, el suéter, la bufanda y la chamarra. Y si no hay tal, sirve aunque sea la más gruesa de tus toallas. No hay duda: es el frío invernal de los meses de diciembre y enero, cuando ponés el arbolito de Navidad y dos o tres ventiladores junto, pues de lo contrario el calor de las luces lo derretiría.

Y se nos olvidaba: pensás de vez en cuando en la desagregación o separación de la región del Soconusco, como hace 180 años, y en tu mente habita esa “pérfida canción”: la del Soconusco independiente y bananero, nuestro estado treinta y tres.

Conocés a las bandas de cabrones, a los Maras Salvatruchas, a las truchas de La Trece, los de La Dieciocho o a los de la MS26. Te ofendés, te indignás si alguien se atreve a decirte “cachuco”. ¡Ah, pero cómo no!... y sin embargo, ahí andás buscando el modo de cruzar la línea para ir otra vez a Guatemala. Sabés que “cachuco” y “chapín” son sinónimos para nombrar a los guatemaltecos, conocés los esquites y el panbazo y vive en ti ―¿Cómo chingaos no?―, la esperanza de despertar un día sin los enormes tanques de Pemex, el fierro viejo del ferrocarril y las canasteras que invaden hasta el último rincón del centro.

Y… ya pa’terminar: lo malo de todo es que, aunque nos duela aquí, nos duela adentro, tanta pobreza y calle destartalada, todos a pesar de todo gritamos: ¡Arriba Tapachula, cabrones! ¡Tapachula grande! ¡Tierra bendita, carajo! ¡Guacalera de corazón!

 

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