Es verdad. La fiesta de enero, la fiesta grande, la fiestona, la fiesta de Chiapa, la fiesta de los chiapeños es, por decir lo menos, formidable. Es la fiesta de las fiestas de Chiapas. Es más, debido a su calor humano, su sabor, sus aromas, colores y raigambre… la fiesta de enero es La Fiesta de Chiapas, así, con mayúsculas. La fiesta de todo México y Centroamérica, pues en ella se incluyen las festividades de San Sebastián Mártir, patrón religioso de la ciudad y el municipio, a pesar de la dedicación del templo mayor o iglesia grande, a Santo Domingo.
Ello desde la refundación de la ciudad, a principios del período colonial. Se incluyen las fiestas de Santonabal (San Antonio Abad) y el Señor de Esquipulas, aunque se festeja incluso a los patronos barriales: San Miguel Arcángel, San Gregorio, Santa Lucía, Santa Cecilia, Santa Cruz, El Consagrado, Santo Tomás, San José y el cristo Señor de Acapetagua.La fiesta grande se inicia el primero de enero y termina el 24, aunque se prolonga por dos días si el 24 cae en viernes. Días, calles y plazas chiapenses que se cubren de parachicos, chiapanecas, abrecampos, chuntaes (o chuntás, como también se escucha) y “tuxtlecas”; tambores, chirimías, marimbas, bandas de timbales y vientos; banderitas, papel picado, cuetes, petardos, toritos y castillos; curaditos, comitecos, tequila y cerveza; cochito horneado, arroz con puerco y… pepita con tasajo, la Comida Grande. Casi un mes de feriado para estudiantes y aprendices, aunque también para el personal de algunas empresas y oficinas.
El uno de enero es “el anuncio” del período de fiestas, el Anuncio de las Chuntaes. El ocho se efectúa el “primer paseo” de estos personajes revestidos. El catorce se celebra el anuncio de Santonabal. El “mero día” del cristo negro Señor de Esquipulas es el quince. El anuncio de San Sebastián es el 17. La visita de los fallecidos patrones de los parachicos es el 18. El 19 se festeja el Anuncio del Pueblo. El veinte es el mero día de San Sebastián (el agasajo más importante de la feria). El 21 se efectúa por la tarde-noche, la farsa del Combate Naval. El 22 se verifica el Desfile de Carros Alegóricos y el 23 se celebra el cambio del Prioste de San Sebastián, lo mismo que la “despedida” de los parachicos.
Pero además, sin sabérmelas de memoria, desde hace años, se adicionan varias actividades durante el período de feria: el Concurso Nacional de Artesanías, la Carrera Internacional del Parachico, la anualidad como “pueblo mágico” concedida a la ciudad por la agencia federal de turismo y la ceremonia de los parachicos como “patrimonio cultural inmaterial de la humanidad”, de acuerdo con alguna declaratoria de la UNESCO.
Así que la fiestona chiapense es harto conocida. Dentro y fuera, por propios y extraños, aquí y allá, en Chiapas y Centroamérica, en México y el mundo. Sin embargo, me atrevo a decir que aún hoy, muy pocos o quizá nadie la conozca a profundidad, en un sentido integral, sistémico, holístico, verdaderamente humano. Desde la perspectiva de la complejidad de los elementos que la constituyen; en un sentido más abstracto, abarcador y amplio, dada la multiplicidad de sus agentes, actores, personajes, acciones y actividades, referencias, significados, imaginarios, aristas, etcétera.
Hay disponibles varias, variadas, diversas monografías sobre la Fiesta Grande, más o menos folkloristas, más o menos etnográficas y turísticas, la mayoría escolares y de aficionados. Sin embargo, ninguna explora, por ejemplo, su ascendencia indígena, su esencia mesoamericana y/o sus elementos novohispanos. No se le ha estudiado como el crisol que es ella misma, para la fundación del Chiapas mestizo e híbrido contemporáneo. No desde su connotación “regional”, es decir, local, tomando por ámbito la globalización que permea al planeta. Tampoco en tanto que motor económico, puesto que la festividad estimula cíclicamente la economía local, vía gasto, consumo, promoción de servicios, y derrama económica general.
Así que, bien valdría la pena o, como se dice en la academia, sería altamente pertinente e incluso socialmente comprensible, estudiar entre otras aristas, la complejidad y extensión de la Fiesta de Enero.
Ello debido a su transcurso a lo largo del año y no sólo durante el evidente período de mayor intensidad festiva y ritual. Otra: el imaginario social que se desprende de la fiesta y sus variados componentes. Es decir, las diversas representaciones sociales construidas a partir de la condición económico-social de los sujetos, su edad y experiencia, o su nivel de estudios. O bien, estudiar los motivos y las motivaciones estéticas asociadas al rostro religioso y profano de la festividad. Las esencias y orígenes de la etnomusicalidad propia de la fiesta. La gastronomía particular derivada o asociada a ella. La multi e inter-culturalidad contenida en ella, misma que ha conducido a su hibridación cultural paulatina, pero sobre todo…
© El parachico y su chinchín. Foto tomada de amigosmap.org.mx (c2000). |
Tres escenarios investigacionales serían absolutamente inéditos: 1. ¿Cómo la fiesta de fiestas, en tanto que gigante complejo festivo-ceremonial, responde al fenómeno global, contemporáneo, de la religiosidad popular; conjunto de sincretismos socio-religiosos, manifestaciones de nuestra religiosidad rural, urbana y popular que bien podríamos enunciar como etnoreligiosidad a secas? 2. ¿Cuáles son los elementos, las características del entramado de relaciones que se origina en la fiesta, armazón que permite al complejo ritual-festivo, articular, vertebrar e incluso dar sentido a la vida económica, social, política y cultural de la ciudad, el municipio y la región que de ella se desprende?
Finalmente, 3. ¿Qué elementos deberían tomarse en cuenta para poner en evidencia que la institución de la Fiesta Grande, además de incorporar a un sin fin de actores individuales, colectivos, gremiales e institucionales, actúa, se desenvuelve sobre un espacio territorial que seguramente se ensancha y se contrae a lo largo de la historia? ¿Cómo desprender de la praxis social contenida en la fiesta, la constitución espacial, histórica, cultural e incluso política de una región cultural que se define a partir del fenómeno de la religiosidad contenida en la fiesta, jalonada sin embargo, por sus elementos constitutivos adicionales?
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