lunes, 22 de mayo de 2023

DE NEURONAS Y FRAILESCAS


Metafóricamente es verdad, “basta una neurona para pensar”, tal como anuncia desde lejos ésta, nuestra publicación bonita. Revista que intenta capturar primero y llenar después nuestros sentidos. Llenar nuestros ojos y oídos, llenar nuestra sensibilidad con lo que somos. Con nuestras costumbres, creencias y mitos. Con nuestras prácticas culturales. Con nuestra habla particular, geografía, historia, y artes populares. Con nuestro Chiapas, nuestra identidad.

Neurona, reza el DRAE, el Diccionario de la Real Academia Española, es la “célula nerviosa, que generalmente consta de un cuerpo de forma variable, provisto de diversas prolongaciones, [una de ellas] de aspecto filiforme y más larga que las demás, [llamada] axón o neurita”. De ahí la multivariada razón de Neurona, la revista: mudable, versátil, diversa, disforme, adaptable, pero sobre todo, provocadora del pensamiento y la reflexión.

Por todo ello agradezco a los hacedores jóvenes, su invitación a participar en este proyecto editorial, con la ilusión de captar lectores y potenciar las delicias de la lectura. Acrecentar nuestro gusto por la belleza, sensibilizar a propios y extraños, y… acercar la realidad cultural de Chiapas a quienes se arrimen a este aguaje, a este fantástico abrevadero; a los de casa, a los vecinos, a los distantes y a los de muy lejos.

©Yucatán
Pretexto suficiente entonces, para desde este espacio pequeño y desde nuestra experiencia e inclinaciones, transmitir el regusto por las esencias de la tierra y el territorio, la gente, nuestra gente y nuestros pueblos; el barro, la madera y el textil; los cementerios, calles, caminos y mercados; las cantinas, la marimba y los colores; el paisaje, los sabores, la taberna y el atol; los tamales, el chocolate y el buen pozol.

El gusto por nuestras ciudades mayas, creencias, personajes históricos y leyendas. Y en fin, transmitir incluso, pinceladas de la arquitectura rica, presente en los mercados, iglesias y fuentes, o en las casonas y antiguas haciendas, como La Valdiviana en Cintalapa, o en las capillas, acequias, puentes y casas grandes, por ejemplo, de las antiguas haciendas del Valle Central, tanto las de la frailesca de Comitán, como las de la frailesca de Chiapa.

Sí. Las dos frailescas, aunque también templos, haciendas, antiguos trapiches, salinas y beneficios… en los Altos de Chiapas y la Meseta Comiteca, en el extenso valle ocosinguense hacia Chilón, Salto de Agua y Palenque; en el valle del Mezcalapa, territorio zoque; en Jiquipilas y Cintalapa, en las antiguas ganaderías de Tonalá, y ya no se diga en el Soconusco y sus campos de cacao y flores exóticas; fincas y represas, antiguos emporios cafetaleros.

Aunque… detengámonos tantito. ¿Dos frailescas he escrito? y respondo que sí, e incluso cinco. Pues durante la época de la Colonia, los conventos dominicos, los religiosos de la orden de Santo Domingo, los establecidos en Tecpatán, Ocosingo, Comitán, San Cristóbal y Chiapa, muy pronto compiten con los encomenderos, en el establecimiento de esas refulgentes y lucrativas haciendas agropecuarias, las mismas que abastecen sobradamente a conventos, casas religiosas, al obispado, pueblos y ciudades incipientes.

Frailescas. Extensas zonas agrarias controladas anímica, paternal, económica y judicialmente por los frailes desde sus conventos, mediante administradores, tenientes y caporales, con la venia de Dios y el coro de sus ángeles y arcángeles. Con los derechos y patentes más prístinos, venidos de la Corona y de su magestad el rey. Privilegios superiores a los de encomenderos.

Capaces de trasladar poblaciones enteras de indios, a los valles y tierras calientes. Derecheros en la adquisición ventajosa de negros esclavos. Casa grande en la posición central, al frente un patio o plaza extensa, al centro una cruz atrial, del otro lado la ermita o capilla, y a los lados… como formando un semicirculo, las casas de los baldíos. Esa fue la imagen de las antiguas haciendas frailescanas, cuya vida bien retrata la excelsa novela histórica de don Heberto Morales Constantino “Jovel. Serenata a la gente menuda”, reimpresa en 2010 por el Coneculta.

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© Chimenea de la antigua fábrica. Hacienda La Valdiviana, Cintalapa, Chiapas (2012).

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